jueves, 17 de mayo de 2012

No te enojes, Relax.

Muchas veces nos enojamos ante situaciones que nos molestan. Pero esto puede ser causa del estrés con el que vivimos a diario. Nuestro cuerpo responde de manera agresiva cuando nos enojamos.
Esto puede causar problemas serios en nuestra salud: aumenta la presión sanguínea, el corazón bombea sangre con mayor rapidez y la envía a los músculos de las piernas y de los brazos por si hay que correr o defenderse. Además también se crean más plaquetas y se pone en marcha el sistema inmunológico por si hay alguna herida en el cuerpo.
Por eso el enojo o la agresividad de una persona causa efectos directos al corazón. Cuando estamos muy enfadados, las células cargadas de los lípidos liberan grasa en el flujo sanguíneo para hacer uso de ella en caso de necesitar energía extra de emergencia. Pero donde esta presión sanguínea crece, las paredes de las arterias se deterioran y esa grasa acumulada se transforma en colesterol malo.

Todos creemos que nos enojamos por lo que nos pasa o por lo que la gente nos hace o dice, esto es solo parcialmente cierto.
Por ejemplo; Imagínate que estás parado en una fila, para entrar a algún lugar.
De repente una persona te pisa y escuchas que te dice perdón, fue sin querer.
Lo más probable es que no le des mucha importancia.

¿Pero qué sucedería si esto se repite varias veces?
¿Cómo crees que te sentirías?
Seguro que, después de cierta cantidad de pisotones, te enojarías.
¿O no?

Ahora imagínate que lo ves a la cara para reclamarle y te das cuenta de que está ciego.
¿Crees que tu coraje se mantendría en el mismo nivel?
Estoy segura de que no.
Muy probablemente tu enojo disminuiría o se acabaría.

¿Pero por qué, si los pisotones los recibiste?

Porque tus pensamientos seguramente cambiaron.
En lugar de pensar: "Qué se cree este ..."
Pensaste: "Pobre, no ve..."
El hecho de haber sido pisado no cambió, pero tus pensamientos sí.

Cuando nos enojamos, nuestro organismo produce una mayor cantidad de sustancias químicas, entre ellas la adrenalina, que alteran el funcionamiento normal de nuestro cuerpo.

Esta alteración afecta nuestro sistema inmunológico, puede provocar contracturas y dolores musculares o de cabeza y nos hace más vulnerables a algunas enfermedades, como gastritis, colitis, dermatitis, etc.


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